miércoles, 10 de agosto de 2016

El honor en la derrota



Cómo se desmerece la derrota
a nuestros contrincantes al tenerlos
de rodillas, forzándoles la nota,
mostrando que son débiles cual merlos.

No existe humillación más contundente
que verlos abortar viejas quimeras.
Delicado momento repelente,
-hacerlos sucumbir por las esperas-

es mejor procurarles, por honor,
una salida presta a su vergüenza
por propia iniciativa, en el tenor,
de evitarle que incline la cabeza.

Autor: Jorge de Córdoba

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