Escuché lo que tenía que ser escuchado
por entes de la mayoría
en un momento del mundo que no pinta un porvenir;
que desconoce si tendrá un nuevo día.
El precio que pagamos… fue inmenso.
Incalculable en su dimensión.
Nos dejamos envolver en la cacofonía
propia de manicomios y eterna dimisión.
Quisimos sembrar plantaciones que nunca hicimos
con la semilla putrefacta de la utopía.
Así que levantamos cosechas de carbones
de celos y aberrante manía.
A este paso terminamos sin lápida
en un remanso de anónima fosa.
Uniendo la osamenta a fragmentos olvidados
como si no fuésemos personas… convertidos en una simple
cosa.
Autor: Jorge de Córdoba