Si fueron disparos u
otra cosa... no sabría decirlo.
Sin embargo tampoco
se presentó dolor en mi cuerpo, tan solo furia nacida del mareo y la
ceguera creciente. Ese chirrido taladrante que anegó mis ojos con
lágrimas de sangre e impotencia...
Tampoco entendí
cómo estrellé mis rodillas en el cemento sin experimentar dolor
siquiera. Mis piernas simplemente se doblaron en forma graciosa e
inconexa.
Imposible gritar o
levantar la vista. Todo se mueve tan deprisa fuera de mi... y en
cámara lenta desde lo que fueran mis ojos.
“Si existe el
dolor, está en la rabia, no en el cuerpo”
Desde esa premisa y
con la perspectiva ajena a lo que ahora es un saco de carne, sangre y
huesos, pude verme desde la distancia buscando a un culpable...
anhelando saciar mi venganza y aliviar en el veneno.
Todo fue en vano.
No sabía que me
habían matado hasta que sentí el sabor de la nada, corrompiendo mi
propia sangre.