Ya no hay gritos

En la onomatopeya de mi vida

vivo el sonido casto de la rabia:

intenté constrüir una palabra

y todo se tornó tartamudeos.

Los disparos cambiaron de sonidos

y las musas se hicieron de salitre.

Quisimos imitar las hojarascas

en sus roses eternos por la duela,

pero solo pudimos intentarlo

pues el viento cambió de dirección

entrando en los pulmones sin destino

dejándonos pasmados e impotentes.

Ya no hay gritos

ni reclamos...

solo cuerpos.

Autor: Jorge de Córdoba

Brindando con traidores

En un momento dado la persona pregunta

por tantas injusticias, torturas y tragedias.

Siente que es demasiado ser madero de yunta

con conejos y Alicias subiéndose las medias.

¿Desde cuándo reímos atados a la pira?

Estamos tan contentos con nuestro sacrificio

que solos nos caímos con un voto que gira

en ritmos macilentos por un negro orificio.

Parece que nos gusta rompernos la cabeza

y vamos dando topes en rocas y paredes.

Nos pegan con la fusta de traición y tristeza

brindando con rompopes: ¡Tomen vuestras mercedes!

Autor: Jorge de Córdoba

Para pensar

¿Cómo podemos dar tranquilidad

a las madres de niñas escolares?

No es ninguna noticia o novedad

el secuestro de damas en los lares

más comunes y sitios más diversos.

Tal vez si les mostramos emplear

armas contra los malos y perversos

a la vez que aprendan a pelear.

O lo mejor será ser disuasivos

en formas más tajantes y expeditas.

Castrar al violador con corrosivos

y penas en prisiones sin visitas.

Autor: Jorge de Córdoba