Tus manos sujetaban una taza
y tus labios besaron su contorno
absorbiendo el sabor de la amenaza
y quitando del dedo todo adorno.
Una argolla dejada sobre el plato
contaba mil historias sin sonido...
esa lágrima rompe todo trato
mostrando un corazón que se ha caído.
Respeto la distancia y las murallas.
No encuentro las palabras o maneras
que precisas ahora, cuando callas
y sientes que se cortan las mareas.
Aparecen destellos en tu frente
y me animo a tomar la iniciativa.
El dolor que te llega de repente
no podrá congelar un alma viva.
Autor: Jorge de Córdoba