Amigos enterrados por doquier...
astillas que lastiman nuestra piel.
Acaso somos parte de un infierno
mojado en un pantano con su cieno ...
O tal vez, susurramos estertores
de antiguos legionarios y blasones
desdibujados, quietos. Ya vencidos.
Cerramos tantas llaves, tantos grifos
que lapidamos nuestra identidad
al catar el sabor de mala sal.
Autor: Jorge de Córdoba
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