El inicio y final de la madeja
se tuerce, se me entierra y se desgaja.
Es un odio mortal que no me deja
respirar, como estaca que se encaja
La memoria, no muere ni se aleja;
al contrario: se afila como laja
inyectando el veneno de una abeja
y siendo tan ligera como paja.
El calendario pasa y se deshoja.
Se muestra, nos envuelve y no cobija...
nos ahoga, reclama y nos estruja
La memoria es la sangre, cuasi roja,
que se filtra en el alma más prolija
y nos lleva a vendettas, nos empuja.
Autor: Jorge de Córdoba
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