cómo me podían destruir
no dudaron en hacerlo
y de la vulnerabilidad, hizo mi epitafio.
Se llevó a mi hijo...
me mandó al infierno.
Ahora soy cazador de dudas y tropiezos...
de sus iniquidades y contradicciones.
Soy quien devela las incongruencias
buscando un solo resultado posible:
Su destrucción.
El mundo todavía no quiere verlo...
aún les asusta quitarse el paño de los ojos.
Al comer del fruto prohibido no nos vimos desnudos;
nos vimos completos.
Y eso asustó más a dios que a los hombres.
Autor: Jorge de Córdoba
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