Se inclinó la balanza en contra suya:
sabedor que el destino se le impone
prefirió disponer de las salidas
que lastimar el alma de su gente.
Por un momento siente el aleluya...
no quiere que su cuerpo le aprisione
entorpeciendo tantas, tantas vidas.
No acepta ser un bulto decadente.
Así que, sin decir palabra alguna,
escribió con la sangre derramada
el testimonio fiero de la nada
abrazando la noche ya sin luna.
Autor: Jorge de Córdoba
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